El 2023 fue un año marcado por la creciente desconfianza en las instituciones y una aparente preponderancia de la individualidad por sobre lo colectivo, que nos ponen en alerta frente a los desafíos actuales. No obstante, sabemos que la mejor forma de resolver problemas ambientales es con la participación de todas y todos los involucrados y esto es así porque el ambiente es el espacio en que nos desarrollamos, en colectivo, entre seres humanos y con otras especies y formas de vida.
Aun cuando el desafío que nos presenta vivir en este tiempo a ratos se torna en desesperanza, para quienes sabemos la urgencia de cuidar nuestra Tierra común es condición de vida, en lo colectivo está la alegría. Lejos de romantizar la labor de personas defensoras de los territorios devastados por el extractivismo, sabemos que el buen vivir pasa por el cuidado del territorio-cuerpo, territorio-comunidad, territorio-Tierra que habitamos. Desde allí nos situamos buscando ser parte de la solución, encontrando las rendijas que nos permitan una vida digna y un futuro sostenible. Nos debemos a la Tierra y a quienes la defienden pues sabemos que allí está la respuesta a las encrucijadas de nuestro presente.
Si bien un problema sistémico como la crisis global requiere soluciones sistémicas, podemos cosechar algunos logros, materializados en sentencias integradoras, como en el caso de Nueva Unión; en discusiones nuevas, como la Opinión Consultiva sobre Cambio Climático; en alianzas colectivas, como la Red Latinoamericana de Personas Defensoras de Latinoamérica; o en anuncios esperanzadores, como el cierre de la fundición de cobre de Codelco o las centrales termoeléctricas a carbón. Todos ellos representan un paso significativo hacia la justicia ambiental y demuestran el poder de la acción colectiva. A pesar de los desafíos que enfrentamos, tales logros son testimonio de la perseverancia y el compromiso de las comunidades que se unen para proteger sus territorios y el medio ambiente, y un recordatorio de que todos los esfuerzos orientados hacia proteger la vida rinden frutos.
El desafío es grande, pero nuestra determinación es aún mayor. Por ello, el 2024 seguiremos trabajando hacia un futuro donde la justicia ambiental y climática no sea solo un ideal, sino una realidad tangible para todos los habitantes de la Tierra.
Publicada
20/05/2024